La adicción es una enfermedad crónica y recurrente del cerebro. Se basa en la búsqueda del alivio a través del consumo o uso de sustancias, o realización de actividades específicas recurrentes.
El desarrollo de una conducta adictiva implica para la persona en cuestión, incapacidad de controlar el deseo, dificultad para abstenerse, disminución del reconocimiento de los problemas derivados de la adicción y problemas en las relaciones interpersonales.
Lo anterior crea problemas en la persona adicta y en su entorno familiar, mermando su calidad de vida.
Vale advertir que una adicción no sólo se refiere al consumo excesivo de alcohol, drogas o cigarros. También pueden convertirse en conductas adictivas el hábito de apostar, comer demasiado o poco, jugar videojuegos, navegar por internet, y hasta el consumo de sexo explícito o su realización, poniendo en riesgo otras necesidades.
Los síntomas de la patología variarán según la adicción que sufra la persona y de sus características individuales de personalidad.
Existen algunos signos comunes en la mayoría de las personas diagnosticadas como adictas, pero no necesariamente se deben tener todos o sólo algunos para determinar que una persona es adicta a algo:
• Estado de ánimo triste.
• Irritabilidad.
• Deterioro de la calidad de vida.
• Negación o autoengaño.
• Ansiedad.
• Obsesión.
• Inquietud o preocupación excesiva.
• Insomnio.
• Sentimiento de culpabilidad.
¿Cuáles son las causas de una adicción?
Las causas a una adicción son múltiples e interactúan de forma compleja hasta desembocar en el desorden adictivo. Las causas pueden ser distintas en cada persona.
Según los estudios en el área, los elementos de la personalidad juegan un papel fundamental en el inicio y desarrollo de una adicción. Por ejemplo, la frustración o la incapacidad comunicacional puede llevar a un individuo a refugiarse en alguna conducta adictiva.
Al respecto, la profesora de bioquímica y biología molecular de la Universidad de Navarra (España), Natalia López, señala que la mayoría de las adicciones se inician en el período de la adolescencia, cuando los procesos de recompensa y memoria emocional no están ajustados.
Explica que, “mientras el alcohol o las drogas producen efectos más intensos y una dependencia más rápida en las jóvenes, los hombres caen con mayor facilidad en los juegos de rol en Internet”.
Pero, de igual forma, existen situaciones en el contexto de una persona que pueden incidir en la aparición de una conducta adictiva, estas son:
La presión social: La necesidad de aceptación y la influencia de grupos sobre un individuo pueden originar que se modifiquen patrones de conducta o se inicie en el uso de alguna sustancia para ser aceptados en un círculo social.
Los problemas emocionales: La depresión, ira o vergüenza como respuesta ante situaciones que pueda atravesar la persona, puede originar dependencia en alguna actividad o sustancia y, finalmente, desembocar en una adicción.
La curiosidad: El interés por experimentar nuevas sensaciones o sustancias que otros amigos o conocidos consuman y deseen conocer los efectos que produce.
Problemas familiares: En algunos casos, las personas buscan vías de escape a los conflictos o a las situaciones que se desarrollan en su núcleo familiar, escolar o en el trabajo. El rechazo, el maltrato, la incomprensión o los problemas económicos pueden desencadenar la adopción de una adicción.
Ante la sospecha o confirmación de una adicción de algún familiar, amigo o compañero de trabajo, es esencial buscar el apoyo de profesionales en el área para evaluar la situación de manera conjunta y tomar las medidas adecuadas que eviten consecuencias negativas en la persona adicta y su entorno.